Por Leticia Tay/Asociación Maya Uk’ux B’e
Desde la invasión y conquistas en las tierras del Mayab’, desde entonces nos vienen negando el derecho a conocer nuestra verdadera historia como pueblos y como mujeres indígenas, se nos ha limitado el acceso a la educación y participación en distintos espacios de la vida, nos han quitado la palabra para mantenernos en el silencio y anonimato, nos educan solo para obedecer al patrón, al hombre, por eso las mujeres hemos venido cuestionando el sistema patriarcal en las relaciones sociales, porque nos hemos dado cuenta que nuestra opinión no cuenta para el hombre, ¡acaso no se dan cuenta que tenemos derecho a la libre expresión, que pensamos y tenemos capacidad! Pero hemos entendido que el cumplimiento a nuestros derechos que sólo puede ser visible con el tiempo y a través de los esfuerzos que cada una desde su contexto ha venido luchando para desmostar a este sistema patriarcal que las mujeres indígenas pueden sobresalir a pesar de los obstáculos por las que hay que transitar.
Vivimos en un país como Guatemala donde las niñas indígenas han sido las menos privilegiadas a la educación, en la casa solo se les enseñan aprender a cocinar, limpiar y prepararse para el matrimonio por ser mujer y no se tiene el derecho a estudiar, un porcentaje no llegan a conocer las letras o los números, otras ni terminan el nivel primario y menos el básico o diversificado, se considera que solo el niño o joven tiene capacidad. Pero el problema que enfrentamos las mujeres y los pueblos indígenas es mucho más profundo que ya la educación necesita descolonizarla, para ir incorporando la sabiduría milenarios de nuestros pueblos, hasta ahora nos hemos venido obligados a adaptarnos a prácticas occidentales y olvidamos los pixab’ que nuestras abuelas y abuelos nos inculcaron.
Vivimos 36 años de conflicto armado interno y después de la firma de los Acuerdos de Paz en 1996, se empieza hablar de derechos de los pueblos originarios y de la participación de las mujeres indígenas, e incluso se plantea una reforma educativa donde se debe priorizar en los conocimientos de los pueblos mayab’, Xinka, Garinagu, como un derecho fundamental principalmente transmitir los contenidos de la educación en los idiomas propios, sin embargo la preparación de las y los docentes no son aptas para atender a la niñez bilingüe, mientras se desconocía el contexto social de las niñas quienes son las más vulnerables en este sistema. El Acuerdo Sobre identidad y derechos de los pueblos indígenas ha sido una herramienta indispensable para exigir el respeto y cumplimento de los derechos de las niñas en recibir una educación bilingüe, con conocimientos propios de la cultura y portando su vestimenta maya como parte de su identidad.
Para los pueblos originarios la transmisión de conocimientos no es una traducción literal sino una interpretación desde las prácticas cotidianas como parte de la cultura. Actualmente se busca una educación transformadora, liberadora, descolonizada, despatriarcalizada donde la mujer indígena sea transmisora de saberes y una participación igualitaria en los distintos espacios.
Tener acceso a la educación como mujeres es contar con formación política constante desde el contexto comunitario para el acceso a la información para entender este sistema capitalista, neoliberal, corrupto, racista que sigue engañando y manipulando a las mujeres mayas, ya que desde la historia del ayer y hoy han querido mantenernos en la ignorancia como mecanismo de opresión.
Por eso como colectiva Ixpop lo que buscamos es la emisión de una Recomendación General desde Naciones Unidas, para garantizar el respeto y la aplicación de los derechos individuales y colectivos de las mujeres indígenas y que se convierta en un instrumento legal desde ya para las niñas indígenas en todos los niveles educativos, para ir incorporando conocimientos de los pueblos originarios en los contenidos curriculares, además exigir que en los niveles educativos sea implementada una metodología popular desde el cosmocimiento, cosmosentir y cosmopensar de las mujeres que durante estos quinientos años han venido jugando el papel de ser guardianes de la identidad, la cultura y reproductoras de la vida comunitaria y es gracias a ellas que nuestro pueblo ahora puede visualizar un futuro promisorio.
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