Por Débora Eunice Yancoba Xico/Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial – ECAP
Cada 25 de noviembre se conmemora la lucha por denunciar los hechos de violencia en contra de las mujeres y exigir una vida libre de violencia. El hablar de violencia contra las mujeres y las niñas no es un tema reciente, sino un hecho histórico en todo el mundo.
Las mujeres siguen siendo víctimas de hechos inhumanos que pretenden mantener la sumisión, el control y el poder sobre las mismas. En Guatemala, la violencia en contra de las mujeres es uno de los delitos más denunciados, en el 2017 el Ministerio Publico recibió 51,742 denuncias, cifras que sin duda serán superadas en el presente año, pero difícilmente podrán brindar datos específicos sobre la violencia que viven las mujeres indígenas, porque sin duda las formas en que se ejerce la violencia en contra de ellas tiene características y fines distintos que no son visibles o comprendidos en la sociedad guatemalteca.
La violencia contra las mujeres indígenas tiene relación a problemas sociales, estructurales y políticos, pero además ligado a una historia de despojo hasta hoy día. Durante la invasión española la ideología patriarcal feudal fue construyendo la idea de que las mujeres no podían ejercer un liderazgo u optar a puestos de poder (Cumes), por lo que las mujeres fueron asesinadas, violentadas sexualmente, compradas y esclavizadas para servir a los patriarcas, para someterlas y despojarlas de su vida, su territorio y su liderazgo. Durante el Conflicto Armado Interno las mujeres fueron utilizadas como instrumentos de guerra, fueron violentadas sexualmente, esclavizadas y muchas de ellas asesinadas brutalmente con el objetivo de atacar al enemigo (fuerzas contrainsurgentes) y dañar a la comunidad a través del daño a la intimidad de las mujeres, según el REMHI, del Informe Guatemala, Nunca Más, el 88.7% de las víctimas de violencia sexual fueron mujeres indígenas.
En la actualidad las mujeres indígenas también sufren de violencia en entornos familiares, pero además pueden ser víctimas de trata, violencia sexual, explotación laboral y racismo.
Pero se suma a ello la violencia de carácter político, donde mujeres lideresas han sido amenazadas, criminalizadas e incluso asesinadas por su actuar político, por la lucha en la en defensa de los Derechos de las mujeres y en la defensa del territorio.
Algunas han denunciado los hechos y enfrentado procesos que marcan grandes precedentes históricos como es el caso de las 14 mujeres q´eqchi´ de Sepur Zarco, que a pesar de las limitaciones y los tiempos del sistema de justicia, lograron una sentencia condenatoria en contra de ex militares, al haber sido víctimas de esclavitud y violencia sexual durante el Conflicto Armado Interno y con su lucha aperturaron la posibilidad de que otras mujeres accedan a la justicia.
A pesar de una realidad abrumadora las mujeres indígenas día a día resisten ante un sistema opresor, machista y racista, mantienen firmes sus luchas y siguen haciendo historia.